Henning Mankell (Estocolmo, 3 de febrero de 1948). Escritor y dramaturgo sueco, reconocido internacionalmente por su serie de novela negra sobre el inspector de policía Kurt Wallander.
Además, Mankell es director del Teatro Nacional de Mozambique, así como autor de una serie de libros situados en África, como Comedia infantil y escritos desde la perspectiva de un niño, con una sutileza y magia desbordante a pesar de lo duro de los temas que trata.
Está casado con Eva Bergman, hija de Ingmar Bergman.
Mankell fue galardonado en noviembre de 2006 con el Premio Pepe Carvalho, que reconoce a autores de prestigio y trayectoria reconocida en el ámbito de la novela negra.
Y todo esto viene a que recuerdo una breve descripción que este autor hace de su país y su gente en la novela Los Perros de Riga.
Para situarnos solo comentar que esto le ocurre al inspector Wallander al entrar de nuevo en Suecia regresando al aeropuerto de Arlanda (Estocolmo) desde Riga (Capital de Letonia), después de una investigación infructuosa y llena de tensión en el país báltico.
"Cuando bajaba del avión en Arlanda la semana anterior, se sintió vagamente triste, pero al mismo tiempo aliviado por no estar ya en un país donde en todo momento le vigilaban; tal era el sentimiento, que en un arrebato de espontaneidad quiso conversar con la controladora de pasaportes al introducir el suyo por debajo del cristal. «Me alegro de estar en casa», le dijo, pero ella se limitó a dirigirle una furtiva mirada de asco y le devolvió el pasaporte sin abrirlo siquiera.
«Esto es Suecia —pensó—. En la superficie todo es limpio y bonito, y nuestros aeropuertos están construidos para que la suciedad y las sombras no puedan adherirse a ningún sitio. Aquí todo es transparente, todo es como dice ser. Nuestra religión y nuestra mezquina esperanza nacional es el bienestar, un bienestar inscrito en la Constitución, que proclama al mundo que en Suecia es un crimen morir de hambre. Los suecos no hablamos con desconocidos si no es absolutamente imprescindible, porque lo desconocido puede hacernos daño, ensuciar nuestros rincones y apagar las luces de neón. jamás construimos imperio alguno, por lo que nunca tuvimos que ver cómo sucumbía, pero nos convencimos de haber creado el mejor de los mundos, aunque fuera pequeño: nos habían confiado la vigilancia de la entrada al paraíso, y ahora que la fiesta se ha acabado, nos vengamos teniendo la policía de aduanas más antipática del mundo.»"
Fragmento de la novela Los Perros de Riga, Henning Mankell, 1992.
Me hizo mucha gracia que un sueco se de cuenta tan finamente de la sensación que tenemos en algunas ocasiones los emigrantes en Suecia, por lo menos los latinos o los de sangre más caliente.
Gracias a Dios no es siempre así y parece que está cambiando el carácter típico sueco para ser un poco más cordial y mas humano. Si que es posible que también sea debido a que no se comportan igual con una persona latina que con una nórdica, pues al ser nosotros más abiertos ellos se contagian un poco y también lo son.
Tengo que decir que me ha sorprendido gratamente que por mucho que haya gente que se empeñe en decir que es imposible entablar "conversación" con un sueco/a en el autobús o en el metro a mi me ha pasado y no he sido yo el que ha empezado la conversación. Así que no es todo tan frío aquí en el norte del planeta.
1 comentario:
Curioso este post, me alegro de tener otro punto de vista y otra opinión de que los suecos no son tan fríos.
Yo realmente no he tenido trato con suecos/as, si bien es cierto que en cuanto detectan que eres un inmigrante parece que te miran de otra forma (aunque eso solo me pasó en un autobús hacia Kungens Kurva). En cambio con los estudiantes que curran de cara al publico la cosa parece distinta. Da la impresión de que si son más abiertos, y te dan conversacion, ¿no?
Un saludo!
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